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Restaurantes y delivery: el origen inesperado de una revolución gastronómica

  • Foto del escritor: The Orange Club
    The Orange Club
  • 8 ago
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 13 sept


Mujer sirviendo en una termopolia en roma
Mujer sirviendo en una termopolia

Imagina un día cualquiera, pero en el año 1700 a.C. No hay smartphones, ni apps de reparto, ni riders con mochilas térmicas… y sin embargo, si tienes hambre, no tienes por qué cocinar. Bajas a la calle polvorienta de tu ciudad y te diriges a una pequeña taberna. Allí, una mujer te sirve pan recién horneado, una jarra de cerveza de cebada y un cuenco de guiso humeante. Pagas unas monedas y sigues tu camino.


Lo que hoy llamamos “comer fuera” o “pedir para llevar” no es un invento moderno. En realidad, es una tradición milenaria que ha viajado desde las orillas del Tigris y el Nilo, ha pasado por las plazas griegas, las rutas persas y ha florecido en los bulliciosos termopolia de Roma.


Prepárate: vamos a recorrer más de 3.000 años de historia gastronómica en un viaje fascinante por la historia de los restaurantes y el delivery, para descubrir que este concepto tiene mucho más pasado del que imaginas.



Historia y orígenes


Ahora, deja que sigamos avanzando… El polvo del camino se mezcla con el murmullo de voces en lenguas antiguas. A lo lejos, el olor a pan recién horneado y cerveza de cebada guía tus pasos hacia un edificio de barro y caña. No sabes todavía que estás a punto de

entrar en uno de los primeros restaurantes de la historia.


Porque mucho antes de que Roma levantara sus termopolia o Grecia llenara sus ágoras de puestos de comida, en otras tierras ya se servían guisos calientes, se bebía en grandes jarras comunales y se pagaba no siempre con monedas, sino con cerveza o pan. Así empezó todo: el origen remoto de lo que hoy llamamos “comer fuera”… y de ese delivery que, aunque no lo creas, nació miles de años atrás.


Mesopotamia (ca. 1700 a.C.): las primeras tabernas


En el corazón de las primeras ciudades de la historia, como Uruk, Lagash y Babilonia, ya existían espacios públicos dedicados a comer y beber fuera de casa. En Lagash se ha descubierto una taberna de hace más de 4.000 años, con bancos de piedra, jarras de cerámica y restos de comida, que servía guisos y cerveza elaborada con cebada.


En estos locales, conocidos por estar a menudo regentados por mujeres llamadas sabitum, se reunían comerciantes, obreros y viajeros para descansar, socializar y cerrar tratos. No eran simples puntos de venta: formaban parte de la vida social y económica de la ciudad.


Estos establecimientos aparecían regulados por textos legales como el Código de Hammurabi, que establecía precios y estándares de calidad, fijando por ejemplo la cantidad exacta de cerveza que debía servirse por moneda y castigando con severidad a los taberneros que adulteraban las bebidas o engañaban en las medidas. En algunas tablillas cuneiformes incluso se registraban los menús del día, con listas de guisos, tipos de pan y raciones de cerveza.

Reconstrucción hiperrealista de una taberna mesopotámica en Ur (1700 a.C.), con sabitum sirviendo cerveza y comida a los clientes.
Una taberna de Ur, donde mujeres taberneras servían cerveza de cebada y guisos calientes hace más de 3.000 años.

💡 Dato curioso: La cerveza no solo se bebía, también se usaba como moneda de pago para obreros y funcionarios. Y en la Lista Real Sumeria aparece Kubaba, una tabernera que llegó a gobernar la ciudad de Kish, convirtiéndose en la primera mujer gobernante documentada de la historia.


Antiguo Egipto (ca. 1500 a.C.): comida y cerveza en los muelles


En las bulliciosas orillas del Nilo, especialmente en ciudades como Tebas y Menfis, las casas de comida y bebida eran una pieza clave para trabajadores, pescadores y comerciantes. Estos locales ofrecían pan de cebada recién horneado, pescado seco, verduras y cerveza de trigo —la bebida más consumida por todas las clases sociales—.


En los muelles, los vendedores ambulantes recorrían las calles con cestas llenas de comida lista para llevar, ofreciendo porciones envueltas en hojas o servidas en pequeños cuencos de barro. Era habitual que los trabajadores de grandes construcciones, como los complejos funerarios o los templos, recibieran raciones diarias ya preparadas para consumir en obra o llevar a sus hogares.


La alimentación era sencilla pero nutritiva, adaptada al calor del clima y a la necesidad de conservar los alimentos sin refrigeración. Las especias, la sal y el secado al sol eran esenciales para prolongar la vida de los productos.


Escena hiperrealista de una casa de comidas en los muelles de Tebas (1500 a.C.), con vendedores egipcios sirviendo comida tradicional.
Comida junto al Nilo: pan, pescado seco y cerveza para obreros y comerciantes en el Egipto faraónico.

💡 Dato curioso: En algunas tumbas se han encontrado modelos de madera representando panaderías y cervecerías, lo que demuestra la importancia que la comida preparada tenía en la vida y en la cultura funeraria egipcia.


Grecia Clásica (ca. 500 a.C.): tabernas y comida callejera


En la Grecia Clásica, el concepto de “comer fuera” estaba profundamente ligado a la vida social. Los kapēleia (καπηλεῖα) eran tabernas modestas donde se servían vino —a menudo mezclado con agua o especias— acompañado de raciones de queso, aceitunas, pan de cebada y pequeños platos de pescado o carne.


No eran establecimientos lujosos; su clientela era principalmente popular: marineros, artesanos, comerciantes y viajeros. Estos locales podían ser ruidosos y bulliciosos, con discusiones acaloradas sobre política o deporte, y a veces eran vistos con recelo por la élite ateniense, que prefería celebrar sus banquetes privados (symposia) en casas particulares.


Pero la verdadera revolución gastronómica griega no estaba solo en las tabernas, sino en la calle. En los ágora —el corazón comercial y político de la ciudad— y cerca de los teatros, vendedores ambulantes ofrecían comida lista para comer mientras se paseaba o se esperaba el inicio de una obra. Entre los manjares más populares estaban el pan relleno de queso o miel, pescado frito servido en hojas, higos secos, nueces y legumbres tostadas.


Este tipo de comida rápida y portátil no solo alimentaba, sino que también formaba parte de la experiencia cultural: comer en la calle era una forma de participar de la vida urbana, mezclarse con gente diversa y disfrutar del ambiente de la ciudad.


Recreación hiperrealista del mercado griego en el Ágora de Atenas (500 a.C.), con puestos de comida callejera y vida urbana.
El bullicio del Ágora de Atenas: vendedores ambulantes ofrecen pan con queso, pescado y fruta a los ciudadanos griegos.

💡 Dato curioso: El popular souvlaki griego, que hoy encontramos en casi cualquier esquina de Atenas, es heredero directo de esta tradición callejera. Plutarco menciona que ya en el siglo V a.C. se vendían brochetas de carne ensartada y asada en espetos, servidas con pan plano, casi idénticas a las que conocemos hoy.


Persia (ca. 400 a.C.): la comida de la Ruta de la Seda


El vasto Imperio Persa conectaba Oriente y Occidente con una red de rutas comerciales conocida como la Ruta de la Seda. A lo largo de estos caminos surgieron los caravanserais, enormes posadas fortificadas que ofrecían alojamiento, establos y, por supuesto, comida.


Aquí, los viajeros podían encontrar panes planos recién horneados, guisos de carne condimentados con especias como azafrán o cúrcuma, frutos secos y dátiles. Estas comidas eran pensadas tanto para ser consumidas en el lugar como para llevar, envueltas cuidadosamente para soportar días de viaje.


Los caravanserais no solo alimentaban a personas, también eran centros de intercambio cultural y gastronómico, donde se mezclaban recetas persas, indias, árabes y mediterráneas. Muchos ingredientes que llegarían a Grecia y Roma, como ciertas especias y frutos secos, viajaron por primera vez gracias a estos puntos de encuentro.


💡 Dato curioso: Algunos caravanserais persas tenían cocinas permanentes atendidas por cocineros profesionales, lo que los convierte en antecesores directos de las modernas áreas de servicio en carreteras.


Representación hiperrealista de un caravanserai persa del 400 a.C., con comerciantes, camellos y cocina tradicional en la Ruta de la Seda.
Un caravanserai en la Ruta de la Seda: descanso, pan caliente y guisos especiados para los viajeros del imperio persa.

Roma (siglo I d.C.): los termopolia y el delivery antes del delivery


La Roma imperial llevó la cultura de comer fuera a un nivel sin precedentes. En ciudades como Pompeya o Herculano, los termopolia eran omnipresentes: pequeños locales con un mostrador de piedra en el que se incrustaban grandes vasijas de barro (dolia), llenas de guisos calientes, vino especiado, legumbres o pescado con garum.


Estos lugares eran esenciales para la vida urbana, especialmente para quienes vivían en insulae —edificios de alquiler sin cocina—. Allí, por unas pocas monedas, se podía comer en el local o llevar la comida envuelta en paños o pequeños recipientes.


Los frescos que adornaban las fachadas funcionaban como menús visuales: representaban los alimentos disponibles y servían de reclamo para los clientes. Y aunque no existía un sistema de reparto como el actual, algunos esclavos y sirvientes eran enviados por sus amos a recoger la comida, cumpliendo un papel muy similar al de un repartidor moderno.


Imagen hiperrealista de un termopolio romano en Pompeya (siglo I d.C.), con clientes, frescos y guisos listos para servir.
Un termopolio en Pompeya: frescos, dolia humeantes y comida para llevar en la Roma del siglo I.

💡 Dato curioso: El emperador Claudio, preocupado por el exceso de ocio y juego, llegó a imponer restricciones a los termopolia, acusándolos de fomentar la vida disoluta en las ciudades.


Elaboración/ingredientes.


  • Mesopotamia: guisos de cebada, legumbres y cordero.

  • Egipto: pan, pescado seco, cerveza.

  • Grecia: aceitunas, queso, pescado frito.

  • Persia: panes planos, guisos con especias.

  • Roma: legumbres, cerdo, pescado con garum, vino especiado.


Curiosidades


  • Menús de arcilla: En Mesopotamia, algunas tablillas cuneiformes funcionaban como auténticos menús escritos. En ellas se anotaban los platos del día y sus precios, así como las cantidades de cerveza incluidas en cada ración. Estos registros no solo servían como control interno, sino también como herramienta de transparencia para los clientes.


  • El estatus de la tabernera: Kubaba, la famosa tabernera sumeria, aparece en la Lista Real de Sumer como la primera mujer gobernante conocida de la historia. Su ascenso desde un negocio de hostelería hasta el trono demuestra que estos locales podían ser centros de influencia política y social.


  • Comida y entretenimiento: Algunas tabernas mesopotámicas ofrecían algo más que comida y bebida: incluían música, juegos e incluso servicios sexuales, convirtiéndose en espacios multifuncionales, mezcla de restaurante, pub y club social.


  • En los antiguos termopolia romanos, las paredes estaban decoradas con frescos que representaban alimentos, ánforas y escenas de cocina. Más que ornamentación, servían como una sugerente invitación a comer: el cliente ‘veía’ la comida antes de olerla. Una forma ancestral de marketing visual.


  • Regulación antigua: El Código de Hammurabi ya castigaba con severidad a quienes adulteraban bebidas o engañaban con las medidas. Un tabernero que rebajaba la cerveza con agua podía enfrentarse a duras sanciones, incluida la pena de muerte en los casos más graves.


  • Primer delivery documentado: Aunque ya existían prácticas similares en Roma, el primer reparto registrado oficialmente se dio en Nápoles, Italia, en 1889, cuando el pizzaiolo Raffaele Esposito entregó tres pizzas a la reina Margherita de Saboya y al rey Umberto I. Una de esas pizzas, con tomate, mozzarella y albahaca, se bautizó como “Pizza Margherita” en su honor.



FAQ


¿Cuál es la primera taberna documentada de la historia? La más antigua hallada hasta ahora está en Lagash (Uruk, actual Irak) y data de alrededor del 2700 a.C. En su interior se encontraron bancos, grandes jarras para cerveza y restos de comida, lo que indica que funcionaba como un lugar de encuentro y alimentación pública.


¿Quién inventó los menús? Aunque no eran menús en papel, las tablillas cuneiformes mesopotámicas cumplían esa función. En ellas se anotaban las raciones, los precios y la cantidad de bebida incluida, siglos antes de que existiera la imprenta.


¿Qué se comía en estas primeras “comidas para llevar?


  • Mesopotamia: guisos de cebada, pan plano, cerveza y pescado de río.

  • Egipto: pan de cebada, pescado seco, verduras y cerveza de trigo.

  • Grecia: aceitunas, queso, pan con miel, pescado frito.

  • Persia: panes planos, guisos de carne con especias, frutos secos.

  • Roma: legumbres, carne de cerdo, pescado con garum, vino especiado y pan.


¿Cuándo y dónde empezó el delivery como lo conocemos hoy? El concepto formal de reparto a domicilio está documentado por primera vez en Nápoles en 1889, cuando Raffaele Esposito entregó pizzas a la realeza italiana. Sin embargo, prácticas similares existían ya en Roma, donde esclavos y sirvientes recogían pedidos en termopolia para llevarlos a casa.


¿Había control de calidad en la antigüedad? Sí. El Código de Hammurabi en Mesopotamia y las regulaciones imperiales en Roma establecían medidas para evitar fraudes en cantidades y calidad de comida y bebida. Incluso en Grecia, las autoridades de la ágora controlaban la pureza del vino y la frescura del pescado.


¿Cómo se conservaba la comida sin refrigeración? A través de métodos como el secado al sol, el salado, el ahumado y el uso de especias. En Persia, por ejemplo, el uso de frutos secos y hierbas aromáticas ayudaba a prolongar la vida de los guisos durante viajes largos.


¿Existían postres o comidas dulces para llevar? Sí. En Grecia y Roma era común vender higos secos, dátiles rellenos y panecillos con miel. En Egipto se ofrecían dulces de sésamo y miel, mientras que en Mesopotamia se preparaban tortas de dátiles o especiado y legumbres.


En The Orange Club creemos que cada plato cuenta una historia.

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